martes, 19 de agosto de 2008

la noche más freack

y allí estaba yo...
tendido de espaldas sobre su cama, en ropa interior, la cabeza apoyada entre dos almohadas que apenas amortiguaban mis gemidos semi-fingidos para que ella siguiera esmerandose en el masaje que me estaba dando.
Ella es Carlota, 36 años, divorciada, un hijo, una perra impertinente...dos conversaciones en el messenger sirvieron para que tras un estúpido e improvisado reclamo del tipo "hoy estoy muy tenso, conoces a alguien que dé masajes", ella accediera con un "bueno, te lo puedo dar yo".
Así que allí estaba, sin poder relajarme ni disfrutar un perfecto masaje, por dos importante razones: 1) una perra que no paraba de dar la coña y 2) su falta de clase y estilo.
No se puede recibir a un hombre, independientemente de que no sepas que intenciones traiga, con un pijama del todo a cien.
No obstante, su cuasi-total complacencia me hacía sentirme mal...
Creo que no la volveré a ver, no sé que es lo que buscaba exactamente al ir a su casa. Tal vez algo que contar, tal vez algo que me aleje del tedio de estos últimos días de agosto, en los que no tengo mucho que hacer.

Estaré echando de menos el trabajo??...