Miércoles, 6 de Septiembre de 2017
Y esto es el aeropuerto de T, de nuevo la vida me maravilla con sus caminos impredecibles, con sus recobecos y ramificaciones. Y este es un nuevo salto fuera de mi zona de confort.
Fuera de ese sentir cómodo, de pulsaciones bajas y pocos pasos, de apoyar la cabeza en almohadas y de posiciones horizontales, de partidas imposibles de vencer, de vídeos y contenidos que no aportan nada.
He salido, he visto el miedo, he visto la tristeza, me he reencontrado con muchos y complejos recuerdos de esa relación que me ha absorbido la vida, la energía, la motivación.
Y tal vez sea un problema de foco, tal vez sea un problema de propósito, pero hay un problema, y esta experiencia me ha servido para darme cuenta de eso, de que mi abanico es tan amplio que no consigo moverlo ni dar aire. Le abrumé con el desvario de mis pensamientos, le abrumé con mi "estoy en la vida, pero sin estar en ningún sitio".
Y ahora tengo más claro que me siento mejor cuando bajo de 90, que me siento mejor pensando que soy atractivo, que soy guapo, que tengo carisma, que soy capaz de sonreir y que soy capaz de comunicarme.
Y me encuentro también con fantasmas del pasado, con que a veces la falta de salud consigue erradicar cualquier tipo de motivación y que es uno de los parámetros que hay que meter en la ecuación. En esa ecuación de rutinas semanales, y que su importancia es muy alta, cada día más alta.
Y también me encuentro con mi aparente austeridad, austeridad sin motivación aparente y que me obliga a sentir y tomar decisiones que evitan luchar con las mejores armas.
Otra interesante conclusión es que parte de esa espada consiste en un ordenador potente y en un móvil útil y con buena tarifa de datos.
Ahora se impone tomar una decisión, y esa decisión parece que va a depeder de nuevo, de otras personas, así que me toca fluir, relajarme, darme caprichos, cuidarme, invertir nuevamente en mí.
sábado, 10 de marzo de 2018
Suscribirse a:
Entradas (Atom)